Fueron años de oscuridad, de miedo, de susurros, y a la vez de cierta inocencia. Tiempos de muerte, de represión, de persecuciones políticas, y sin embargo hubo gente que escribió cartas pidiendo clemencia, misivas casi cándidas que nunca lograrían su objetivo. “Las cuatro décadas del franquismo devastaron España en lo moral y en lo intelectual, aún se nota cómo el franquismo habita en España en 2019”, apunta el director Eloy Enciso (Meira, Lugo, 44 años). Con esas voces acalladas del exilio exterior y del exilio interior ha cimentado su nuevo largometraje, Longa noite, una película nocturna, llena de fantasmas y de conversaciones en tonos quedos. “Después de Arraianos”, filme con el que logró un gran eco en los festivales, “me apetecía en términos artísticos hacer una película nocturna. Y cuando el franquismo entró en la temática, se conjuntaron fondo y forma.
Al igual que en Arraianos, Enciso ha usado en Longa noite actores aficionados o directamente debutantes ante las cámaras. A la fuerza de sus rostros les une el guion, que utiliza cartas anónimas, relatos y textos de Max Aub, Celso Emilio Ferreiro, Rodolfo Fogwill, Luís Seoane y Ramón de Valenzuela, entre otros, para sumergir al espectador en esa larga noche que fue el franquismo para España. “El título surgió muy rápidamente. En cuanto a los textos, el proceso fue mucho más largo. Tuve que cambiar mi idea inicial de usar un solo texto que abordara las temáticas que quería narrar. Consulté a una catedrática de la universidad de Santiago de Compostela, y tras escucharme me dijo algo que nunca olvidaré: ‘No vas a encontrar algo así porque el franquismo hizo bien su trabajo’. De la primera etapa del franquismo casi no quedan testimonios de cómo vivía la gente de a pie la dictadura. Por eso recurrí a la dictadura del exilio”: Efectivamente, no podían publicar en España, pero sí escribir con libertad. Enciso llegó así a Seoane, Valenzuela y el más popular, Max Aub.
Sin embargo, Enciso no quería hablar solo de españoles de fuera. “Necesitaba a los de dentro, y empecé a bucear en las memorias de quienes se quedaron”, incide. “Y finalmente, en la tercera etapa llegaron las cartas. Usan un lenguaje muy simple, y a la vez apelan a sentimientos muy universales, como el contacto con la familia, mientras que muestras la lucha entre el individuo y un sistema, que es opresor y de tan burocrático, kafkiano”. Por eso Longa noite juega a dos niveles: el del ser humano y el del Estado.
Longa noite habita un mundo atemporal, anclado en un espacio extraño, tan urbano como rural, algo que está en el alma de Galicia. “Porque es España, aunque también cualquier dictadura. Sí querría subrayar que era muy de aquellos años que se salvara solo quien tenía contactos, como si tu familia le caía bien al cura del pueblo, y que el sistema represor estaba muy bien organizado, algo que se nos olvida hoy. Las cartas así lo confirman: no hubo caos, sino una dictadura a pleno funcionamiento”.
“Si el cine tiene voluntad popular, no está de más que el pueblo participe en su elaboración”
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A Enciso le ha costado mucho sacar la película adelante. “Hago cine de forma precaria. Por eso uso actores aficionados, que sé que tendrán tiempo y disponibilidad -más allá de mis ganas de sacar rostros que no sean los habituales-. Si el cine tiene voluntad popular, no está de más que el pueblo participe en su elaboración. Y a mí también me pilló la crisis económica, como al resto”.
Que Longa noite llega a todo el mundo lo confirma su recorrido festivalero: tras estrenarse en Locarno, donde ganó el premio a la mejor dirección según la crítica independiente, viajó a Toronto (“El gran espaldarazo para la película”) y al festival de cine europeo de Sevilla. “Creo que se entiende bien este juego del retornado que va oyendo a gente de diferentes estratos sociales, y que en su camino va llevando a la película de un tono más coral, en su cruce con otros personajes, a algo más intimista”. Así se convierte en un retrato del franquismo, “aunque no como estructura política, sino cómo esa noche que se cierne sobre cada uno de los españoles”. El personaje protagonista pasa de recolector de historias a confesar la suya propia. “Noto influencias claras como Pedro Costa, Lisandro Alonso o Apichatpong Weerasethakul. Que hubiera un aire fantasmal, que la naturaleza tomara una fuerza mágica. No quiero hacer una película historicista al uso, sino que indago en el pasado para ver qué historias de entonces nos pueden resonar en el presente”.